LA IMPORTANCIA DE TENER UNA CLASE POLÍTICA PREPARADA
Sólo vivimos una vez. Por eso es muy importante afanarse y preocuparse por tener una vida digna y confortable. Como es natural, no sólo por nosotros, también por nuestros seres queridos.
Pues bien, como vivimos en sociedad, en un Estado, en una Comunidad Autónoma, en una provincia y en un municipio, resulta que para tener una vida digna y confortable es fundamental disfrutar de unos derechos cívicos, así como de un trabajo adecuado, de una economía suficiente y de unos buenos servicios públicos, tales como Tribunales de Justicia, Centros Médicos, Centros Educacionales, carreteras, museos, etc., así como otros más básicos, llámese vivienda, agua corriente, electricidad o recogida domiciliaria de basuras.
La garantía de poder contar con todo ello, a un precio razonable, o sea, mediante el pago de impuestos justos y equitativos (o justos, precisamente por equitativos), sólo la pueden ofrecer las instituciones públicas si al frente de ellas se sitúa una clase política preparada, honrada, trabajadora y eficaz.
Si comprendemos esto, o sea, si somos conscientes de la enorme ( más aún, decisiva) importancia que los políticos que nos gobiernan tienen en nuestra vida, habremos dado el primer paso para conseguir esa vida digna y responsable a la que me refería antes, a la que todo el mundo tiene perfecto derecho.
Sólo un ejemplo: en los últimos años los usuarios de suministro eléctrico, -o sea, todo el mundo-, estamos sufriendo continuas subidas en el precio de la luz (varias cada año), de forma que cada vez hay más gente que no la puede pagar. Pues bien, he leído en un solvente periódico económico que los responsables del sector eléctrico afirman que más del 40% de la tarifa eléctrica tiene su causa en errores políticos (impuestos, subvenciones inadecuadas, etc.), que nada tienen que ver con el coste de producir y distribuir electricidad. O sea, que si los políticos que nos gobiernan actuaran en la regulación del sector eléctrico de forma más seria y responsable, el recibo de luz que pagamos cada mes sería mucho más barato.
Y lo mismo podríamos de decir de la gestión del agua potable, cuyo coste ha igualado al de la luz debido a la falta de control de los responsables municipales; o del precio de la vivienda, que subió injustificadamente por culpa de la corrupción de políticos y promotores. Y no digamos de la gestión de la crisis económica, utilizada como coartada por los gobernantes para destruir el Estado del Bienestar; o del encarecimiento de servicios esenciales como la sanidad o la educación.
Por tanto, hemos de saber y comprender que el político al que votamos puede mejorarnos o amargarnos, en uno u otro aspecto, nuestro nivel de vida; y que no es lo mismo poner nuestros recursos económicos, nuestro futuro laboral o nuestros derechos ciudadanos en manos de un político preparado, honrado y con experiencia que en manos de un político inexperto, corrupto e incompetente. No es lo mismo.
Cuando realmente hayamos tomado conciencia de la enorme importancia que tiene quién sea quien nos gobierne, de lo decisivo que es para nuestras vidas el tener buenos políticos; cuando seamos consciente de que no da lo mismo que sean unos u otros, ese día desaparecerán de nuestras instituciones públicas los políticos “profesionales”, o sea, esas personas que han accedido a la política únicamente para medrar y ganarse la vida.