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JUSTICIA Y ECONOMÍA


Hace unos días hemos sabido que el Abogado General del Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha propuesto a dicho Tribunal, en el caso de las cláusulas suelo de la banca española, que dicte sentencia en el sentido de que la retroactividad de las cantidades que los bancos deben devolver a los españoles que en su día suscribieran hipotecas inmobiliarias con esta cláusula, se limite a mayo del año 2013, fecha en que el Tribunal Supremo consideró abusivas estas cláusulas, porque los consumidores no habían sido adecuadamente informados de la carga económica y jurídica que se les imponía.

El Abogado General del Tribunal justifica esta limitación de las devoluciones, por razones estrictamente políticas y más concretamente económicas, al considerar que si la Banca española tuviera que devolver todo el dinero cobrado indebidamente por las cláusulas suelo, -alrededor de 7.000 millones de euros,según el BBVA-, sufriría un gran quebranto económico.

Por tanto, la propuesta del Abogado General, más que jurídica, es de naturaleza política, y su fundamento es meramente economicista. Con ella, ganan los Bancos (como siempre, por lo demás), y pierden los consumidores (lo cual viene siendo lo habitual).

La sentencia tardará en dictarse aún unos meses, pero es casi seguro que estimará esta injusta propuesta del Abogado General del Tribunal. Ojalá no. De todas formas, con el simple anuncio de la misma, los bancos españoles han subido de forma espectacular en la Bolsa.

Hasta ahora hemos asistido al triunfo de la economía sobre la política. Los poderes económicos han colonizado las instituciones políticas y de ahí que en nuestro país las empresas del IBEX manden más que el Presidente del Gobierno.

Pero hasta ahora no hemos sido conscientes de que la Economía también se ha impuesto a la Justicia. Aunque, desgraciadamente, esta realidad es muy antigua en nuestro país. Así, ya Quevedo decía aquello de “poderoso caballero es Don dinero”. Y el propio Góngora, en sus letrillas satíricas declamaba aquello de “cuando pitos flautas, cuando flautas pitos, porque en una aldea un pobre mancebo hurtó sólo un huevo, al sol bambolea, y otro se pasea con cien mil delitos”.

De todas formas, el hecho de la victoria en el Tribunal de Justicia Europeo de los Bancos sobre los consumidores, de confirmarse, es muy grave y preocupante. Porque la justicia es, ciertamente, el primer y más esencial de todos los bienes inmateriales que pueda poseer el ciudadano, aunque nada menos que Platón ya nos advertía que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte.

Sabíamos, por otra parte, que la justicia en España es deficiente y que su reforma es la asignatura pendiente de nuestra ya adulta democracia. Lo que no sabíamos es que en Europa la Justicia también cojea por la pata del dinero. El cada vez más evidente maridaje entre Justicia y Economía, en la Unión Europea, no contribuye precisamente a la pretendida excelencia de la unión continental y puede ser otra razón para que muchos ciudadanos deseen su salida de ella. Y luego nos sorprendemos por el Brexit.

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