top of page

CANDIDATOS


La campaña electoral se desarrolla de forma frenética, apabullante, incierta, crispada. Muchos de los candidatos a un cargo institucional trabajan ahora, en quince días, más que durante toda la legislatura; me refiero, sobre todo, a los que conformarán la nutrida oposición política. Recorren barrios y pueblos, participan en actos múltiples, leen la prensa y estudian dossieres Como no están entrenados, acaban exhaustos.

Con todo, en cuanto a su intensidad, el esfuerzo es piramidal. Los primeros en las listas se sacrifican y trabajan más en estos días porque se juegan más; algunos, hasta su futuro político. Luego están los que, en una cómoda segunda línea, optan fundadamente a un escaño; éstos también se juegan su puesto de trabajo, pero viven la campaña con menos tensión, ya que ni siquiera depende de ellos el conseguirlo: en su caso, las listas cerradas y bloqueadas son una garantía. Por último, los candidatos “relleno” suelen pasar del evento; colaboran eventualmente, bien por amor al partido o en aras de conseguir, en su día, alguna de las prebendas que en este ámbito son sobradas.

Los candidatos se transforman ahora. Les cambia el talante en estos días. Decididamente, son otros. Así, se tornan de pronto más comprensivos y condescendientes con los problemas y tribulaciones del ciudadano, solidarizándose con sus carencias económicas (que no comparten) y preocupándose por la falta de empleo o de seguridad pública (que no les afecta). Aparecen atentos y cariñosos con esos mismos militantes a los que durante los últimos años han evitado por todos lo medios o a los que, en el mejor de los casos, hasta hace unos días trataban de manera displicente.

Hasta ayer mismo, muchos de ellos formaron parte de alguna confabulación orgánica o, cuando menos, intrigaron en el más amplio sentido de la palabra, al más puro estilo político. Pero ahora se identifican, de forma plena, con el partido y sus dirigentes, a cuyas órdenes se ponen de forma incondicional (ya saben, “estoy a lo que disponga mi partido”).

Se aprenden los “argumentarios” que la organización, a modo de deberes, les va pasando periódicamente, y que constituyen el catecismo del candidato. Acuden a debates donde no hay discusión, sólo monólogos. Vociferan en mítines para convencer a los convencidos. Exponen planteamientos que ellos mismos han refutado en otras ocasiones. Lanzan propuestas, cuyas causas y consecuencias desconocen. Reniegan de lo que antes han hecho. Defienden, en fin, ideas en las que no creen.

He aquí el perfil del candidato medio en cualquiera de los procesos electorales públicos. A estos políticos hemos de votar el próximo día 9 de marzo, para que nos representen en las instituciones públicas, defiendan la igualdad, la libertad y el Estado social y democrático de Derecho en España, protejan nuestros derechos civiles, dirijan nuestra economía y administren nuestra hacienda. Nada más y nada menos.

Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags

© 2016 URQUIZA ABOGADOS

bottom of page